Poner límites no es ser autoritario

Algunas personas creen que poner límites a los hijos es una cuestión de opción, pero no saben que no hacerlo puede causar dificultades.
Educar a un niño es un proceso complejo, con situaciones inesperadas. El niño no acepta enseguida las explicaciones que le dan sus papás, por más claras y simples que sean, y muchas veces se hace necesario repetir y repetir un simple objetivo para alcanzarlo. 
Un padre con autoridad escucha y respeta a su hijo, aunque a veces lo trate de una manera más firme, pero siempre por su bienestar, para protegerlo, orientarlo y para que sea feliz.
Lo que pretendo decir en éste post es que si procedemos con seguridad y convicción de propósitos, con afecto y cariño, sin autoritarismo que no es lo mismo a tener autoridad, no se necesita levantar la voz para tener autoridad ni decir palabras que pueden quedar grabadas en la memoria y en el recuerdo,  los chicos comienzan a escuchar a los papás de otra manera.No poner límites es opuesto a dar amor, cariño, atención y seguridad. 
Los límites son una muestra de amor, se construyen en el día a día para que ese niño sea un adulto feliz.

Poner límites no es...

  • Dar una palmada para que se porten bien.
  • Dar órdenes sin explicar el por qué, persiguiendo el propio interés.
  • Gritar a los niños para que obedezcan.
  • No atender a las necesidades reales de los hijos.
  • Invadir la privacidad a la que todo ser humano tiene derecho.
  • Provocar traumas emocionales. Todo niño tiene la capacidad de comprender un "no" sin que le cause daño, siempre que no esté acompañado de agresiones físicas ni morales. Lo que provoca traumas y problemas emocionales es la falta de amor y de cariño, seguida de injusticia, la violencia física (por lo general comienza con una palmada), humillaciones y falta de respeto entre otras cosas.

Poner límites es...

  • Enseñar que todos tienen los mismos derechos.
  • Lograr que el niño comprenda que sus derechos acaban donde comienzan los derechos de los otros.
  • Decir sí siempre que sea posible y no siempre que sea necesario.
  • Mostrar que muchas cosas pueden hacerse y que otras no pueden hacerse.
  • Ayudar al niño a que vea el mundo con una connotación social (con-vivir) y no apenas psicológica (mi deseo y mi placer son las únicas cosas que me interesan).
  • Enseñarle a tolerar pequeñas frustraciones y desarrollarle la capacidad de ser paciente.
  • Evitar que crea que todos tienen que satisfacer sus mínimos deseos. Si eso no ocurre, no conseguirá superar la menor contrariedad, su tolerancia a la frustración será muy baja.
  • Saber discernir entre lo que es una necesidad y lo que es apenas un deseo.
  • Dar el ejemplo.

Premios y castigos: Hasta dónde resultan efectivos?



"Si comés toda la comida, hay caramelos de premio". Hoy no jugás a la compu porque te portaste mal". No hay padre que no recurra a ellos cuando las palabras no alcanzan para lograr los comportamientos adecuados en los hijos.
Premios y castigos son útiles en la medida en que se apliquen con coherencia y discriminación, es decir, mientras se los tome como instrumentos temporales de obtención de logros y no como un único método.
Un premio es una recompensa por portarse bien, por haber ordenado el cuarto, porque comió toda la comida...Los chicos lo disfrutan al recibirlo y los papás al premiarlos. El riesgo es excederse y que cada buena acción se transforme en una transacción.
La verdadera función de los premios es estimular e incentivar los logros. No está mal recurrir a cosas materiales como una golosina, un regalo o un paseo especial, pero sólo en ocasiones. Una caricia, un beso, un abrazo, una palabra son premios muy estimulantes.
Es importante alternar los tipos de premios, cada tanto se puede recurrir a los previstos, esos que se prometen si se presenta la conducta esperada, y en otra ocasión, sorprender a los chicos con una recompensa imprevista.
Los castigos son indicadores sobre lo bueno y lo malo, una penitencia establece un orden, ayuda a que los chicos registren que un mal comportamiento trae consigo una consecuencia.
Los castigos tienen sus contradicciones y sus efectos secundarios. Si se abusa de ellos, pierden fuerza, producen acostumbramiento y hasta pueden generar el efecto contrario al esperado. Una sanción debe ser clara y firme. Los chicos intentarán zafar de la penitencia con todo lo que esté a su alcance. Pero es necesario ser perseverantes y coherentes,haciendo oídos sordos a las insistencias y berrinches infantiles.
Otro punto fundamental es la coherencia entre los padres, ponerse de acuerdo y cumplir ambos con lo establecido, tampoco es bueno que sea siempre el papá o la mamá quien marca las cosas.
Una penitencia debe ser establecida según la gravedad del hecho y no en función del estado de ánimo de los padres.
En ocasiones los papás dejan pasar ciertas malas conductas porque están ocupados o de buen humor, y de repente un hecho menor hace que reaccionen cobrando todas las faltas anteriores. Con una penitencia desproporcionada, injusta o absurda se pueden generar sentimientos de aversión o resentimiento. Es necesario poner límites a tiempo que llegar al punto en que el castigo sea inevitable.

CARTA DE UN HIJO A SUS PADRES

Estas frases, de autor anónimo, sin duda no fueron escritas por un chico, pero expresan con mucha claridad sus sentimientos frente algunas actitudes que a veces tenemos los adultos.


No me des todo lo que pido, porque a veces sólo pido para probar cuánto puedo tomar.
No me grites. Te respeto menos cuando lo hacés, y me enseñas a gritar, pero yo no quiero hacerlo.
No me des siempre órdenes. Si simplemente me pidieras, yo aceptaría.
Cumplí tus promesas buenas o malas.
No me compares con nadie, especialmente con mis hermanos. Si me hacés parecer mejor que los demás, alguien va a sufrir; y si me hacés parecer peor que los demás, seré yo quien sufra. Dejame que haga las cosas por mí mismo. Si vos las hacés, yo nunca podré aprender.
No digas mentiras delante de mí, ni me pidas que las diga, aunque sea para sacarte de un apuro. Me hace perder la confianza y la fe en lo que decís.
Cuando yo haga algo malo, no me pidas que te diga por qué lo hice, porque a veces ni yo mismo lo sé.
Cuando te equivoques en algo, reconocelo; eso hará que mi opinión sobre vos sea mejor, y me enseñara a admitir mis propias equivocaciones.
Tratame con la misma amabilidad y cordialidad con la que tratás a tus amigos, porque aunque somos una familia podemos ser amigos también.
No me digas que haga algo que vos no hacés o no harías. Yo aprenderé y haré que siempre lo que hagas, aunque no lo digas. Pero nunca haré lo que digas si no lo hacés.
Cuando te cuente un problema mío, tratá de comprenderme y ayudarme.
Quereme pero también decímelo. A mí me gusta oírlo.

Qué hacer frente a un berrinche?


Gritos, pataletas, rebeliones tienen su porque...











De pronto se hizo un gran silencio en el negocio. Los gritos y pataletas de Mariana terminaron por atrapar la atención y el asombro de todos. La mamá puso final episodio haciendo exactamente lo que no quería: comprarle a su hija de 3 años el juguete que exigía.
Todos los papás sienten en algún momento la tentación de ceder ante un berrinche porque están cansados, fastidiados o simplemente avergonzados. Entonces es cuando se convierten en cómplices y esto es lo que hay que tratar de evitar. No siempre un berrinche anuncia el derrumbe de la autoridad familiar. Según los resultados que obtenga su protagonista, el hecho puede ir no más allá de ser un episodio aislado, o convertirse en un método eficaz para manejar las situaciones a su antojo.
Los berrinches usados sistemáticamente como recurso para conseguir cosas (golosinas, juguetes, permisos...) muestran una falta de límites por parte de los adultos. Pero el niño puede estar pidiendo otra cosa, como atención, cuidado, mimo.
Adopta el berrinche como forma de pedir porque ha descubierto que le da resultado cuando otros recursos no funcionan. El berrinche puede también ser usado como forma de protesta, como estrategia para oponerse. Quizás esté mostrando un conflicto en la comunicación o en el vínculo con uno o ambos padres, o que hay algo en la situación o en la dinámica familiar que resulta disfuncional.
Cualquiera sea el motivo que desencadene este tipo de conductas, si se vuelven repetitivas y fuera de todo control para los padres y otros adultos que conviven con el niño ha llegado el momento de consultar con un especialista.

"Grito y pataleo..."

"Grito y Pataleo" de Graciela Repún, muestra por medio del humor las rabietas que hace una nena cuando se oponen a sus deseos...Mediante estas rabietas intempestivas, la protagonista del cuento intenta dominar a quienes la rodean, produciéndoles angustia y desesperación.

Carla va al jardín, la pasa muy bien! es un lindo día! Todo está en calma...pero la calma no va a durar mucho. Pronto va haber nubes en el cielo...el tiempo se va a poner muy feo! una tormenta está por estallar! Carla quiere "esa" guitarrita que tiene Julián, y después va a querer "todo eso" que venden en el supermercado, y después va a querer quedarse en la plaza un rato más, y después...Qué pasará después?

El tema permite indagar en las resistencias y los enojos de los pequeños cuando se niegan a aceptar las limitaciones y tratan de imponer su voluntad, llamar la atención y ser reconocidos dentro de su grupo.

El texto muestra cómo los chicos que hacen rabietas se reafirman en terrenos donde se sienten seguros porque pueden dominar la situación. A través de hermosas y coloridas ilustraciones, desfilan ante los pequeños lectores las típicas rabietas en lugares públicos como la plaza, el cine, el supermercado...Las rabietas son una expresión de búsqueda de límites.

En el cuento el límite aparece creativamente. Los adultos y todo el entorno no se muestran autoritarios ni condenatorios sino que se hacen partícipes. El límite se presenta como una contención, como un acto de amor sin culpa.

¿Hasta qué punto pueden ser perseverantes los niños?

Su insistencia estará en función de la seguridad o inseguridad con que vean al adulto. Los niños tienen una especie de radar que inmediatamente les avisa de nuestro estado emocional y seguirán pidiendo si creen que estamos débiles, pero desistirán cuando se den cuenta de que ya no hay nada que hacer.
Su tiempo de respuesta estará en función de nuestra debilidad o fortaleza, de nuestra seguridad o inseguridad, de nuestra confianza o desconfianza en lo que estamos haciendo.
Prestaría especial atención a aquellos chicos que siempre ceden a la primera y que no parecen mostrar resistencia ante los cambios que ocurren en su vida.
Es mucha la ayuda que podemos y debemos prestarles, abramos los ojos para verlos y disfrutarlos a la para que les mostramos cómo pensar y reflexionar juntos.

Reflexiones...


Hoy en día el medio es bastante hostil...antes era impensable que padres de niños muy pequeños acudieran a consulta para exponer su impotencia con sus hijos de dos, tres, cuatro o pocos más años. Hoy es frecuente escuchar cómo a esas edades el niño los chantajea, no los deja dormir, sufre rabietas constantes, se niega ir a la cama...o se pone muy agresivo cuando le niegan algo.
Escucho padres que se sienten tensos, estresados, que se sienten impotentes ante las situaciones que les plantean sus hijos, y que no pueden ponerles los límites que tanto les demandan.
Algunos niños manifiestan una agresividad tremenda por su corta edad, una insatisfacción casi constante, demandas y manipulación permanente, una sintomatología que deja ver su búsqueda constante de seguridad, autoestima, de atención, de afecto, de tiempo, de dedicación...
En otro post comenté que todos los niños son únicos e irrepetibles, que nacen con su propio temperamento y que en función de éste y del ambiente que los rodea pueden ser niños tranquilos, afectivos, sociables, o presentar ciertas problemáticas para la que sus papás se encuentran sin recursos.
La adolescencia cada vez es más temida por padres y profesores, pero quizás lo más preocupante no sean los estallidos propios de esta fase sino el adelanto significativo en las edades en que los niños presentan estos problemas de conducta, de convivencia, y de sociabilidad.
Una parte importante de los casos se resuelve cuando ambos progenitores consiguen dedicar el tiempo, la atención y la continuidad necesaria para aplicar las mismas pautas con los niños.
En los casos más rebeldes conviene no postergar la visita a un especialista, cuanto más tiempo se alargue esta problematica, más le costará al niño y a los adultos que lo rodean encauzar la situación.
La mayoría de estas situaciones mejoran con la ayuda de un profesional, con paciencia y perseverancia y siguiendo las orientaciones dadas se termina encontrando una convivencia más gratificante para toda la familia y más sana desde el punto de vista psicológico

Juguemos, dónde y con quién?

Desgraciadamente para los niños, sus juegos se han convertido en una posibilidad enorme de consumo, explotada por una industria a la que poco le importa su buena o mala adecuación, su eventual peligrosidad. Nunca los niños tuvieron tantos juguetes y nunca se han mostrado tan aburridos.

Capítulo aparte serían los juegos electrónicos, las consolas y los videojuegos, que acaparán la atención y el tiempo de los niños, sustituyendo los principios fundamentales del juego y creando en muchos casos auténticas adicciones. Lejos de favorecer la creatividad, la sociabilidad, el desarrollo físico...utilizan al niño para crearle necesidades, introducirlo en un mundo agresivo y violento, donde casi todo vale con tal de ganar.
La computadora tiene muchos aspectos positivos y abre muchas posibilidades, utilizada correctamente constituye una gran ayuda. Pero no deben ser máquinas de juegos indiscriminadas que aíslan y favorecen la pasividad del niño. Es frecuente escuchar en los papás que no saben cómo sacar a su hijo de esos "juegos", ni hablar en los adolescentes.
El juego es vital para los niños, favorece su desarrollo y maduración; aprenden a crear, imaginar, pensar, razonar, trabajar en equipo, ayudar a sus compañeros, buscar soluciones...les enseña a saber ganar y a saber perder, a disfrutar y a sentir.
El niño no necesita juguetes para jugar, esto explica porque hay tantos chicos aburridos a pesar de que están literalmente invadidos por juguetes. Ellos inventan juegos a partir de los objetos más sencillos. Si hacemos memoria, seguramente recordaremos juegos que inventábamos en nuestra infancia.
Cuando los niños piensan, inventan, exploran, descubren...además de favorecer su desarrollo, nos muestran cómo se encuentran en esos momentos, lo que los preocupa, lo que los inquieta, los asusta o motiva...ellos suelen ser muy espontáneos en sus juegos y con frecuencia tratan de resolver los conflictos que padecen en esos momentos; por ello muchas veces insisten e insisten en determinados juegos, ensayan y ensayan situaciones, persisten hasta que agotan sus posibilidades.
A través del juego pueden asimilar la importancia de respetar las reglas, de conocerse a sí mismo, de saber sus limitaciones y sus puntos fuertes. Debemos partir de su interés no del nuestro, serán ellos lo que nos digan a qué quieren jugar. Intervendremos cuando los veamos poco imaginativos o apáticos, en esos casos haremos aportaciones que favorezcan su desarrollo, que estimulen su imaginación, su creatividad.
Llenar el día hasta el extremo de que no tenga tiempo para jugar en casa no sirve, generaciones anteriores no sufrimos eso, más bien favorezcamos el juego, observemos sus conductas y nos mostrarán lo que necesitan.
"Si dejamos que salga ese niño que todos llevamos dentro", seremos una compañía muy valiosa en los juegos y tendremos a nuestro alcance uno de los medios más eficaces para conocer a los niños y favorecer su desarrollo.
Nos será muy útil dejarnos llevar y disfrutar de nuevo de los juegos. Si tenemos problemas de comunicación con los niños, el juego será un gran vehículo para restablecer el diálogo.

Los adultos necesitamos normas...y los niños?

Cómo funcionaría una empresa sin ningún tipo de normas, convenio, o reglamento interno? Y una institución educativa, cómo sería la vida de una escuela sin reglas, sin exámenes, sin controles de profesores y de alumnos?...Y una familia en la que no existiera ningún tipo de pautas, donde cada miembro hiciera lo que quisiera, sin preocuparse para nada del resto? Es fácil imaginar el estado de caos y desesperación que se daría. Cómo los niños podrían desarrollarse, crecer, madurar, hacerse personas, sin esas pautas, normas, reglas, límites o hábitos?
Nada desconcierta más a los niños que la ausencia de normas. A veces vemos en sus caras expectantes que están esperando que nosotros los adultos actuemos para poner cierto orden en sus vidas. Muchas veces podrán y deberán atravesar la experiencia de descubrir lo que es mejor, peor o más justo -dependerá de la edad, de la situación...-, pero en otras ocasiones los estaremos poniendo ante una realidad que los sobrepasa, para la cual aún no han generado recursos propios.
Es necesario poner límites, normas básicas, reglas claramente definidas, que nos ayuden a todos a alcanzar y desarrollar recursos para crecer como personas, convivir como seres humanos.
Si aprendemos a observar a los niños, éstos indican claramente lo que necesitan, pero también es cierto que captan rápidamente nuestros estados y emociones, y pocas cosas lo perturban como ver a un adulto inseguro; en esos casos nos ponen a prueba hasta el extremo.
Muchos profesionales con la mejor intención afrontan su delicada tarea con mucha teoría en sus espaldas, pero basada en criterios poco realistas. Es importante hacer una cura de humildad y redescubrir qué necesita el niño de hoy, qué nos pide, para qué debemos prepararlo, qué recursos debe adquirir, qué destrezas fomentar, qué competencias desarrollar..., qué inteligencia emocional necesita para enfrentarse a una vida llena de desafíos, de posibilidades, pero también de presiones, donde la amistad y el compañerismo con frecuencia dejan paso a otras situaciones.
Los niños necesitan límites, pautas, normas, no para anularlos, sino todo lo contrario desde el convencimiento de que gracias a ello el niño de hoy podrá ser un adulto auténticamente libre en ese mañana que lo espera.



¿Cuándo empieza o debería empezar la educación de un niño?

La educación de un niño empieza antes del nacimiento, en la influencia que pueda recibir en su medio durante el período de gestación, comienza por las ideas previas que sus padres se han hecho sobre cómo educarlo.
No hay reglas universales ni terapias milagrosas pero si pilares básicos que pueden ayudarnos en esa difícil, delicada y maravillosa tarea que es educar.
La medicina se ha especializado tanto que nos tratan por partes, sin una visión de conjunto, nos arreglan el dolor muscular y nos dañan el estómago. Cuando observamos a un niño, cuando nos preguntamos qué hacer con él, es importante que no nos suceda lo mismo, no nos perdamos en los síntomas y olvidemos lo fundamental.
Un niño es una personita única e irrepetible desde el momento de su nacimiento, él y sólo él tiene su propio temperamento. Dependiendo de cómo sea éste temperamento será más permeable o menos influenciable por el medio externo que lo rodea. No sirve ni es justo tratar a todos los hermanos por igual, ni a todos los alumnos, ni a todas las personas.
Con la mejor intención, muchas veces los papás se plantean programas perfectos para su hijo desde que nace queriendo hacer de él un adulto triunfador en la sociedad donde le toque vivir. Otras veces aparece la indiferencia y el descuido, y los hijos tienen que aprender a vivir por sí mismos, sin orientaciones ni ayuda experimentando en cada momento.
El bagaje que recibimos especialmente durante los primeros años de nuestra vida, conformará en gran medida lo que llegaremos a ser. Cada niño lleva dentro capacidades y necesidades que hay que ayudarle a desarrollar, éste es el gran desafío.