Dedos exploradores


En la segunda mitad del primer año surge en el niño un nuevo interés en sus juegos: ha descubierto que algo hueco puede contener objetos, que algo puede entrar en un hueco. Juega incesantemente a eso.

Pasa así a explorar absolutamente todo; los ojos; los oídos; las bocas de las personas que están cerca, le permiten hacer sus primeras experiencias de exploración. Sus objetos preferidos son pequeños: son herederos de sus dedos exploradores.
Luego de realizar estos juegos con su cuerpo y con los de las personas que lo rodean, todo es objeto para jugar.
Entre los ocho y doce meses las diferencias anatómicas de los sexos se manifiestan en los juegos. La niña prefiere depositar objetos en un hueco, sus juegos repetirán esta experiencia; en cambio el varón, elige aquellos juguetes con los que pueda penetrar.
Por otro lado, a esta altura, el niño se desplaza en el espacio circundante gateando. Su campo de acción se amplía y comienza una paciente exploración de los objetos.
Ya al final del primer año,
ponerse de pie y caminar le permitirán alejarse voluntariamente de los objetos y reencontrarlos.
En el aprendizaje de la marcha no hay nada que reeemplace a los brazos de la mamá.

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