El niño que no aprende que existen límites en sus actos y deseos, que todo quiere y que todo puede, podrá desarrollar un cuadro de dificultades que se van instalando paso a paso:
DESCONTROL EMOCIONAL, ATAQUES DE RABIA
Es normal en niños pequeños hasta 5 o 6 años como mucho. Cuando nace, el niño es hedonista (busca permanentemente su placer y la atención inmediata de sus deseos y necesidades) y egocéntrico (tanto el bebé como el niño pequeño tienen la idea de que el mundo gira a su alrededor, de que todas las personas y cosas existen para satisfacer sus deseos).
Además de estas dos características, no sabe ni puede saber lo que es correcto e incorrecto. Se espera que cada padre y madre paulatinamente vaya mostrando a sus hijos, en cualquier circunstancia lo que se puede y lo que no se puede hacer. La escuela es una institución que colaborará mucho en éste sentido, pero nunca podrá sustituír la responsabilidad de los padres. Cuando los papás establecen límites de a poco, aprobando e incentivando las actitudes positivas y mostrando las negativas, el niño aprende, va consolidando su proceso de socialización (capacidad para convivir). Pero a veces por falta de seguridad, miedo o no saber qué hacer, los papás dejan de lado esto. Entonces ¿Qué ocurre? Por lo general, el niño comienza a tener dificultades para aceptar cualquier tipo de límites.
En los primeros meses de vida, un bebé que tiene hambre no para de llorar hasta que la mamá le da el pecho; poco a poco, con el tiempo, llora con menos intensidad y sólo se inquieta cuando ve el pecho de la madre o el biberón, reconociendo que su alimentación está próxima. Lentamente el bebé va abandonando el llanto descontrolado y lo transforma en actitudes más comunicativas, para mostrar sus necesidades. Al año ya sabe pedir su alimento. De a poco ha descubierto la palabra y naturalmente aprende a pedir, solicitar, en vez de gritar.
El niño que no es orientado por sus papás, que cuando llora o reclama es atendido en todo, tiende a perpetuar éste tipo de conductas. El consigue que sus padres sean más flexibles en el tema de los límites, va aprendiendo a controlar y manejar las situaciones.
Es de esperar que a través de un proceder adecuado de los padres y de la socialización, el niño vaya sustituyendo aquellas conductas de inicio de vida propias de quien no conoce otra forma de actuar.
DIFICULTAD CRECIENTE DE ACEPTACIÓN DE LÍMITES
Sin orientación y obteniendo atención cada vez que grita, patalea...el niño va adoptando esa mecánica como modo de comunicación y control del mundo y de las personas. Cuando comienza a ir a la escuela por ejemplo, tiende a rechazar cualquier marcación a sus acciones.
Si frente a cada acción que no corresponde los padres reaccionan de una manera similar, poco a poco el niño dejará de comportarse así. A ningún chico le gusta que lo miren con cara de desagrado o disgustado, si puede recibir sonrisas y aprobación. No esperemos resolver todo en dos semanas, es de a poco, lo importante es la firmeza en los papás, la perseverancia y la seguridad!
Educar es enfrentar un nuevo desafío cada día. Cada situación tiende a repetirse muchas, muchas veces, transmutada en otras formas pero con la misma esencia. El ser humano por naturaleza, desea sentirse amado, aprobado, elogiado. Esto debe ser considerado para formar mejor a los chicos, ya que el elogio que proviene de la madre o el padre es el que más valoran.
TRASTORNOS DE CONDUCTA; FALTA DE RESPETO A LOS PADRES, COMPAÑEROS Y AUTORIDADES; DIFICULTAD PARA CONCENTRARSE, PARA HACER LAS TAREAS, BAJO RENDIMIENTO
Recapitulemos, el niño nació, se le brindó cariño, atención y afecto, sabemos que el AMOR no puede faltar nunca. Por otro lado, también se lo atendió en todo, hubiese o no motivo para satisfacer su deseo.
Así fue creciendo y creciendo, padre, madre, abuelos sólo existían para satisfacer sus deseos. De esta manera se fue dando cuenta de que podía interrumpir a quien estuviera hablando, lograr que le compraran lo que quería, dormir en la cama con sus papás, bañarse después del programa de televisión, no sentarse a la mesa para comer, hacer las tareas antes de irse a la cama a dormir....Al principio satisfacer sus deseos parecía maravilloso, para el niño y para sus padres, pensaban que de ese modo le estaban dando mucho amor...
Es comprensible que un niño que tuvo durante años tantos privilegios, luche para que esa realidad no cambie. Cuando el niño tiene siete u ocho años, o antes, los papás descubren que criaron a una personita que no saben cómo manejarla, verifican que muchos amigos, vecinos...no lo invitan para evitar, debido a sus caprichos, ciertas situaciones.
Entonces esos papás se miran uno al otro, asustados, no saben qué hacer frente al pequeño eternamente insatisfecho, mandón, dispuesto a pelear por todo. Llegado a éste punto, no tienen más autoridad sobre él, no logran que estudie, que hable de manera educada, que tolere las cosas. Las maestras se quejan y los padres son llamados para hablar de su bajo rendimiento escolar porque no se concentra, no hace las tareas, no obedece. Estaré exagerando?
El niño con problemas de límites tiene una percepción deformada del otro. Sólo él importa, su deseo, su bienestar, su placer. Su egocentrismo, natural en los primeros años de vida pero que debería ir disminuyendo, por el contrario, sólo aumenta, se torna cada vez más fuerte.
Las consecuencias son muchas, y con frecuencia, graves:
-desinterés por el estudio
-falta de concentración
-falta de capacidad para soportar cualquier dificultad mínima, frustraciones y contrariedades
-falta de respeto a los otros, compañeros, autoridades en general
AGRESIONES FÍSICAS CUANDO ES CONTRARIADO, FALTA DE CONTROL, PROBLEMAS DE CONDUCTA
Si los padres intervienen en forma temprana, con firmeza pero con mucho afecto, el niño aprenderá a respetarse y a respetar a los otros, se irá entrenando en el difícil arte de dialogar, aprenderá a luchar por sus derechos sin necesidad de agredir, ni ofender. Pero si los papás no intervienen habrá grandes probabilidades de que el niño comience a tener dificultades de conducta y adaptación social, situación que será muy compleja.
Si a esto le sumamos una personalidad agresiva con baja autoestima, falta de seguridad, el panorama es actuar con rapidez.
Quién de nosotros no se horroriza cuando escuchamos jóvenes que pegan a compañeros, alumnos que agreden a profesores?
Si reflexionamos sobre las etapas descriptas, podemos ver que existe una relación directa entre la falta de límites y esa manera distorsionada de ver el mundo, que puede conducir al alcohol, a las drogas...
Por todos estos motivos es muy importante darle a los niños las herramientas necesarias para que se relacionen de manera adecuada con el mundo, para que puedan ser ciudadanos responsables y conscientes de sus deberes y derechos, y no criaturas egocéntricas, hedonistas, sin capacidad de luchar ni de tolerar frustraciones.